El Pacto por la Educación es un acuerdo con todos los actores de la sociedad para posicionar la educación como un asunto prioritario en el país, recientemente se renovó con el Gran Evento por la Educación. El pasado 5 de septiembre en el Congreso de la República más de 50 jóvenes, acompañados por representantes de fundaciones, líderes gremiales, funcionarios, activistas y medios de comunicación, se pronunciaron sobre los retos, las oportunidades y avances que hoy tiene la educación en Colombia.
El movimiento transmitió sus mensajes a través de un rapdebate, bailes y la celebración de los dos años del Pacto. En las redes sociales convocamos a muchos más ciudadanos y fuimos tendencia con los hashtag #PresidenteTenemosQueHablar y #ColombiaTenemosQueHablar.
La historia que reescribimos ese día es bien conocida: desde el 24 de enero de 2014 cinco jóvenes se dieron a la tarea de hacer lo que nadie había hecho: poner de acuerdo a múltiples actores, al Gobierno, a Fecode (el sindicato de maestros), a la izquierda, a la derecha, a los uribistas, a los santistas, a los padres, a los estudiantes para que hicieran de la educación el tema prioritario en la agenda pública y la principal herramienta para generar equidad.
Mediante el lanzamiento del Pacto por la Educación este grupo de jóvenes generó unos niveles de entusiasmo sin precedentes y desde el 2014 nos hemos dedicado mediante la incidencia en política pública y la movilización ciudadana a velar porque los 7 puntos priorizados por este Pacto se materialicen en verdaderas transformaciones.
Durante el Gran Evento, la coordinadora del Movimiento, Paola Portilla, manifestó “señores gobierno, y todos los firmantes del Pacto por la Educación, este acuerdo tiene una fecha límite para su cumplimiento, no podemos esperar más. Es momento de revisar los compromisos pactados. Es conveniente hacer un alto en el camino y preguntarnos qué estamos haciendo ahora para responder con claridad qué buscamos en la educación del futuro”.
Recapitulemos la situación de la educación 2 años después de la firma del Pacto para así responder a la pregunta ¿quiénes somos y cómo estamos en educación hoy? Una visión actualizada nos abre caminos para soñarnos con los pies en la tierra y tomar decisiones acertadas en el presente con la posibilidad de construir soluciones a futuro. A continuación hacemos referencia de los puntos, que como movimiento, vemos más prioritarios para tener una mejor educación en Colombia.
Presupuesto
El presidente Santos se comprometió con el movimiento a aumentar el presupuesto destinado para educación en 1% del PIB anual, lo cual no se vio reflejado en la asignación del presupuesto de los últimos dos años.
Se requiere de un enorme esfuerzo fiscal para aumentar los recursos a la educación. Sin embargo, los efectos de este esfuerzo han sido lentos y en ocasiones difíciles de percibir. Lo que sucede es que los desafíos son grandes y complejos, no basta con gastar más: hay que invertir más y mejor.
De nada servirá aumentar porcentajes del PIB si no se frena la corrupción en la contratación de los millonarios recursos del sistema educativo, en particular los fraudes detrás de los refrigerios y almuerzos escolares, la dotación de colegios, construcción de aulas, entre otros.
Jornada única
Aumentar las horas de permanencia en el colegio es una medida de protección social, pues en otros países se ha demostrado que las tasas de embarazo adolescente, pandillismo y drogadicción han disminuido. Sin embargo, aumentar las horas lectivas no necesariamente tiene un impacto sobre los aprendizajes de los estudiantes si no se tienen en cuenta sus intereses y demandas.
Corremos el riesgo de aumentar contenidos y no generar ningún vínculo de formación de aprendizaje con la población llamada a construir un país diferente. ¿Qué pasa con los docentes de otras disciplinas que tienen para aportar al desarrollo integral del estudiante? Dónde quedan las artes, los deportes y la investigación. Estaremos condenando a futuras Doris Salcedo, Caterine Ibargüen y Adriana Ocampo.
Más horas podrían servir si de protección de los derechos de los niños, niñas y jóvenes se trata. Pero, ¿estamos seguros que tener mas horas de clase los tiene a salvo de los riesgos asociados?
- 1.297 menores de edad durante 2015 intentaron quitarse la vida. Para enero de 2016 ya se habían registrado 81 nuevos casos.
- En 2015 se reportaron 18 mil casos de abuso sexual. Hasta el mes de febrero del presente año se reportaban 43 casos de abuso por día.
- La tasa de repitencia en educación de transición a grado once va en aumento. Pasamos de 2,09 en 2013 a 2,88 en 2015.
- La tasa de deserción pasó de 1,72 en 2013 a 2,69 en 2015.
Estamos aprendiendo a ser pensadores críticos pero aún nos queda mucho camino para poder decir que estamos formando estudiantes que saben vivir con los otros y sobre todo actúan de manera constructiva en la sociedad. Una jornada única ideal debería buscar fortalecer las competencias y no la cantidad de contenidos. Jornada única sí, pero con pertinencia pedagógica y con calidad.
Educación superior
Tenemos un sistema de educación superior profundamente desigual, si bien es cierto que, el número de estudiantes matriculados ha crecido de manera importante, especialmente en la formación técnica y tecnológica;, las tasas de cobertura continúan siendo insuficientes y no superan el 50%. Lo más grave, es el hecho de que sólo un 9 % de los estudiantes de familias pobres accede a estudios universitarios, frente al 53 % de los que provienen de familias más ricas.
Sumado a esto, la calidad del sistema de educación superior es heterogénea, y no existe una conexión clara entre las necesidades del sector productivo y la formación profesional, lo cual constituye una limitación para el desarrollo económico del país. Qué presente le estamos ofreciendo al 69% de jóvenes, que según el Dane, están en condición de pobreza y vulnerabilidad.
De todas las cifras tal vez las de deserción revelan una situación más preocupante. En un estudio reciente la OCDE concluye que las altas tasas de deserción llevan a Colombia a tener una de las tasas más altas de personas sin estudiar (36%) entre los 15 y 19 años, lo que representa más del doble que la tasa promedio de los países miembros.
Primera infancia
La sanción de la ley que convierte en política de estado la atención integral a la primera infancia es sin duda un gran esfuerzo de este gobierno por la defensa de los derechos de nuestros niños. Hace 2 años el Pacto por la Educación exigió el desarrollo de una política en este sentido, hoy es una realidad y lo celebramos.
Los niños de estrato 1 tienen un rezago de 20 meses en el desarrollo de su vocabulario con respecto al mismo niño de estrato 4. Este rezago podría explicar hasta 8% de la diferencia salarial entre estrato 4 y estrato 1 durante la adultez.
No vamos a esperar a 2025 para que los niños dejen de morir por física hambre y de sed bajo el inclemente calor de La Guajira. La cifra de niños muertos en este departamento no está muy lejos al de Ruanda, donde la tasa de mortalidad de menores de cinco años por cada 1.000 nacimientos es de 55, de acuerdo con una tabla que publica el Banco Mundial. La Guajira está en 45.
Excelencia docente
No existe ningún país con buena educación sin buenos maestros. La evidencia nacional sugiere que inversiones en calidad docente pueden mejorar el aprendizaje de los estudiantes (Bonilla y Galvis 2011a; Ome 2013). A partir de información reciente sobre resultados en las pruebas Saber 5, 9 y 11 se corrobora que en Colombia los colegios que tienen docentes con mejor formación previa o una menor proporción de docentes provisionales, tienen también estudiantes con mayor logro educativo.
Este año el Ministerio de Educación emitió una resolución que establece las características específicas de calidad de los programas de licenciaturas para la obtención, renovación o modificación del registro calificado. Este es un paso importante para cerrar brechas dentro del sistema educativo, y el seguimiento de estas líneas de acción se vuelve crucial para el mejoramiento de la calidad. Pero la formación docente además de ser responsabilidad del sector público, también lo es del privado. Actualmente hay 295 nombres distintos para licenciaturas y según el Ministerio tendrán dos años para implementar los cambios que se proponen.
Nuestras propuestas
Pasemos de los hombros encogidos y de las frases poco innovadoras como: ya hemos oído eso un sin fin de veces ó es triste este panorama educativo. Si estamos hoy aquí es porque estamos convencidos que los seres humanos podemos mejorarnos los unos a los otros por medio del conocimiento.
- Queremos ciudadanos completos más que competentes para un mercado laboral: le apostamos al aprendizaje humanizador.
- Buscamos formar ciudadanos que defienden la pluralidad de opciones ideológicas, religiosas, sexuales, y otras formas diferentes de vida.
- No queremos más aulas de clase parecidas a cajas negras. Abramos los muros, tanto físicos como pedagógicos. Sería enriquecedor que un estudiante aprenda desde su misma inquietud al aire libre sobre los beneficios naturales, artísticos y sociales de los animales o de su entorno, en vez de tenerlo sentado frente a un proyector que le informa pero no le transmite la experiencia. Esto ya sucede en muchas escuelas, hagámoslo visible.
- Queremos una educación que le apueste a la preservación y el intercambio de saberes, humanamente relevantes, para así comprender los significados de nuestras diferentes realidades.
- Debemos tomar decisiones sobre la educación teniendo en cuenta los tiempos de la educación. Diseñar los planes de gobierno por décadas debe requerir algo más de seis meses, debe ser compartido y evaluado, retroalimentado y no solo compendiado para cumplir unas metas numéricas.
Para continuar debemos decir que el país entero está en deuda con el campo. Es crucial mejorar las coberturas educativas, la calidad y pertinencia de la educación que reciben los niños y jóvenes en las áreas rurales. ¿Cómo? Protegiendo a los niños de la discriminación por el sistema con evaluaciones numéricas y arcaicas que no se ajustan a su contexto rural.
Y si hablamos del campo debemos hablar de paz. Desde 2003 se han desmovilizado cerca de 57.000 mil personas de los diferentes grupos armados ilegales.
- De esos, 84% ingresaron al proceso de reintegración del Gobierno.
- De esos, 87% son hombres y 23% mujeres.
- El 70 por ciento se encuentra entre los 26 y 40 años. De estos, el 72% no ha culminado el bachillerato.
No les hemos preguntado a los desvinculados del conflicto ni a nuestros campesinos lo que quieren para su educación: ¿será suficiente con una educación formal, una educación para el trabajo, o un apoyo psicosocial? ¿Seremos capaces de reconocer que los emprendimientos productivos nos enseñan capacidades y habilidades diferentes de las que podríamos aprender?
Las regiones deben dar oportunidad a la creación de una memoria colectiva que trascienda el conflicto armado. De esta manera todos los ciudadanos podrían desde su experiencia tomar distancia y nutrir el sistema, sin olvidar sus raíces y las de sus familias.
Estimado gobierno y todos los jóvenes no queremos cualquier educación, queremos una que transforme afirmativamente la vida, una que nos enseñe a respetar nuestras diferencias, una que nos reconcilie y haga de esta, la generación de las oportunidades.
El movimiento invita a que reafirmemos este Pacto por la educación y que entre todos saldemos las deudas que tenemos con el campo y las poblaciones más afectadas; para ello necesitamos que entre todos construyamos “otra” historia.